Bikiños, Mae!
PD: Una cosa más... ayer terminé Periodismo. Ya estoy licenciada.
PD2: Feliz cumpleaños, Movi!
A base de insistir, aquí está la foto. La hice con la webcam, así que tampoco es ninguna maravilla, pero menos es nada!
La Carte Imagine-R es nuestro abono de transportes, ese que cuando cumples los 21 cambia de color y casi duplica su precio. En eso los franceses nos llevan ventaja, aquí eres joven hasta los 26, siempre y cuando demuestres que eres estudiante. Pero por lo demás, echo de menos mi abono. Aquí hay que pagar un año de transporte obligatoriamente, tanto si pagas de golpe, que te ahorras dos meses, como si pagas mes a mes. No se concibe aquello de “este mes no me compro el abono, que no me sale rentable”, porque tienes que pagarlo, entre otras cosas porque o bien pagas todo junto por cheque o bien por domiciliación bancaria, así que no te queda otra. A mí no me entra en la cabeza, pero como paga la family, pues tampoco me preocupa. Otra historia es el formulario de inscripción. Es peor que los de la matrícula de la Uni. Y el tema se complica con lo de las zonas. Yo marqué zona 4, que es la de Maisons-Laffitte, dando por hecho que se toma la zona 1 como referencia, pero no es así. Tienes que decir en qué zona vives y en qué zona estudias y te hacen una tarjeta específica para esas zonas. Está bien pensado, pero no lo pone lo suficientemente claro en el formulario, así que me lo han mandado de vuelta y tengo que esperar otras tres semanas a que me llegue la tarjeta...
Bikiños, Mae!
Voy a bautizar los miércoles como el día de los 40 euros. Ayer no quedaba pan de molde para merendar (aquí eso del pan con Nutella es un elemento de primerísima necesidad), así que las niñas merendearon leche con cereales. Consecuencia? Hoy no quedaba leche para desayunar. Empiezo a estar un poco harta de semejante pasotismo por parte del gabacho, así que hoy le he preguntado a Sophie si es siempre así o es que está pasando una mala racha. “Por qué crees que le dejé” ha sido su respuesta. Me ha confirmado que es así, que es totalmente “ineficaz” en lo que a tareas domésticas se refiere y no te quiero ni contar a la hora de cuidar a las niñas. No sé qué vamos a comer mañana ni el viernes, porque él está en Luxemburgo y yo ya me he gastado toda la pasta en leche, pan de molde, cereales y zumo de manzana. Esa es otra: en la cola del supermercado, una pareja de viejecillos se han dedicado a bronquearme diciéndome que los jóvenes no llevamos una alimentación equilibrada y que no se puede vivir de leche y cereales. Yo ponía cara de poker y me encogía de hombros, entre otras cosas porque no entendía ni la mitad de lo que me decían.
De verdad, no entiendo cómo se puede ser así. En el congelador queda una lasaña, una bolsa de judías verdes, otra de espinacas y dos trozos de lo que aquí llaman poisson pané, que no dejan de ser varitas de merluza. Ah, y creo que alguna que otra chuletilla de cordero. Creo que ayer el gabacho se dio cuenta de que yo estaba un poco mosca con este plan de vida y me ha prometido fondue para cenar el viernes, así que igual empiezo a perdonarle. Me ha dicho algo de tomar la fondue con patatas cocidas y no sé qué más, pero yo me voy a comprar una baguette entera para mí solita. Qué es eso de patatas cocidas y jamón de york? La fondue de queso se toma con pan! Allá él si quiere tomar patatas con la fondue, no sabe lo que se pierde. Aunque claro, eso me lo dice una persona que jamás ha utilizado ajo y cebolla para cocinar y que ayer me contó que había echado un diente de ajo en la ensalada y que no le había gustado mucho... Normal, por otra parte.
Bikiños, Mae!
PD: Luisete, tengo que animaros ya o con que empiece el viernes llega? :P. Me conectaré a la web para ir viendo resultados. Mucha suerte!
PD2: Os echo de menos...
Hoy he conocido a Ena, la asistenta. La tía mola un montón: es bibliotecaria, pero como le tiene cariño a la familia saca unas horas los jueves para venir; es africana, no sé de dónde, pero parece mismamente sacada de una tribu: un pañuelo de colores precioso en la cabeza y un montón de collares y pulseras. Me dio muy buen rollo, la verdad. Sólo tiene un defecto: debe padecer insomnio o algo por el estilo porque hemos quedado a las siete y media de la mañana. Sí, hoy sábado a las siete y media de la mañana. Cuando muchos de vosotros os acababais de acostar, o algunos ni eso, yo ya estaba de charla sobre quién recoge la ropa de las niñas y quién ordena los armarios. Vamos, que hoy ha sido un día muy, muy largo. Y como hoy la familia no tenía intención de comer, a la una y media me he cogido el tren para ir a París. He comido en la Défense una quiche lorraine que si te tomas in situ cuesta siete eurazos (estaba muy buena, por cierto) pero que si pides para llevar son dos y medio. Vamos, que por comer sentada pagué cuatro euros de más. Empiezo a entender por qué todo el mundo en París va comiendo por la calle.
Después me fui hasta la UNED para nada, aunque mis quejas burocráticas las dejaré para otro día, porque los funcionarios se merecen un post en Dasme Noxo, la verdad. Lo bueno vino después. Me fui paseando hasta la Torre Eiffel y estuve una hora tirada en el césped de Champ de Mars, al solcito, escribiendo. Luego en seguida empezó a hacer frío, así que me fui caminado hasta el Arco del Triunfo, previo paso por los Inválidos (que es donde está la tumba de Napoléon, una señora tumba, no como la que le han puesto a Jim Morrison en Père Lachaise). Y luego, cercanías a casita, que ya eran las siete y media y aquí a las ocho se cena...
Bikiños, Mae!
Ya he entendido lo de las rotondas: resulta que en este país de locos la derecha tiene prioridad siempre (no podía ser de otra manera cuando Chirac y LePen son los candidatos más votados), y cuando digo siempre, es porque es siempre. Es decir, si circulas por una calle principal y alguien se incorpora por la derecha hay que parar y cederle el paso. Y yo que pensaba: jo, qué amables son estos franceses!!
Acabamos de cenar; tres niñas, tres cenas. Sí, increíble pero cierto, comida a la carta. Y acabo de hablar con el pater familias para conectarme a internet después de cenar y me dice que no puede ser, porque él trabaja y no puedo estar en el despacho porque le molesto. Ayer no podía estar porque venía una persona a verle, que siempre viene cuando las niñas no están, y yo tengo que estar en mi cuarto cuando esa persona esté aquí. La persona en cuestión lleva tacones y tiene una voz bastante femenina. Entiendo que esta es su casa y todo eso, pero estoy al borde de la muerte por desonexión de la red!! Mañana por la tarde me pondré en marcha para intentar tirar la red abajo, y lo haré cuanto antes, porque por la noche está solo, así que me temo que volverá la persona y yo tendré que enclaustrarme de nuevo. Me ha preguntado si utilizo mucho internet (la duda ofende) y le he dicho que es mi única forma de comunicarme con el mundo y que sí, que lo necesito. Llevo aquí tres días y me temo que piensan que soy una adicta, no sólo a internet, sino a la tecnología, porque llevo dos móviles, el ipod y el portátil a todos lados. Y yo seré tecnoadicta, pero el padre roza el alcoholismo: llevo sentada quince minutos escribiendo y es el tercer vaso de vino que se lleva a ese despacho al que no me deja pasar porque tiene que trabajar, supongo que eso de ser el jefe de una empresa debe ser muy estresante.
Y hoy he descubierto que las clases de francés gratuitas para extranjeros valen para todo el mundo, excepto si tienes un trabajo de media jornada y eres menor de 26 años que es, básicamente, mi caso. Los menores de 26 años tienen que ir a clase 35 horas semanales ¡casi nada!; una jornada laboral completa, siete horas seguidas estudiando francés (quién se quejaba de las clases de dos horas de la uni?), con una hora en medio para comer. Si eres mayor de 26, las clases son de 9 a 12:30, que a mí me venía bastante bien, la verdad, pero no hubo forma de convencer a la mujer de que me dejara matricularme con los mayores porque tienes menos de 26 años, así que búscate una academia. El jueves me voy por la mañana a París, porque tengo que ir al Consulado para decirles que estoy viviendo aquí, y me pasaré por la Alianza Francesa, para preguntar si tengo que empeñar un riñón o los dos para estudiar allí.
Ah, y ya tengo teléfono móvil francés, ahora ya soy una aupair en condiciones, porque ya estoy al servicio de estas psicópatas todo el día. En lo del móvil se cumple la misma regla que en el supermercado: 55 céntimos el minuto, vamos una estafa. Te venden las tarjetas prepago por minutos de conversación o por el número de mensajes que puedes mandar. Al final encontré en Orange (que acaba de comprar Amena, por cierto) una tarifa que tiene varios tramos horarios y los fines de semana llamo a 35 céntimos. No es que sea barato, pero es lo menos malo.
Por cierto, acabo de tener acceso a la red. Como el gabacho padre está cansado (ayer se lo debió pasar bien con la persona) me ha dicho que me deja el despacho, pero que hay que encontrar una solución ya, porque esto no puede seguir así. Yo he seguido en mis trece: necesito internet para comunicarme con mis amigos y mi familia; no es del todo cierto, pero en parte sí. Y quiero mi wifi, que para eso me he comprado el mega portátil.
Por lo demás, todo bien. En casa de la madre se come de verdad, nada de cosas congeladas, así que mola. Y la tía es genial, entiendo que se haya divorciado de semejante especimen. Ya os contaré más cosas. Bikiños, Mae!