Oh my Linux!

Ayer me entró la vena nostálgica después de leer en el blog de Elric los 15 años de Nevermind y esta mañana me puse a Pearl Jam mientras iba a la academia. Sonaba Nothingman, canción triste donde las haya, y desde la ventana del bus veía las luces de Navidad encendidas (sí, a 23 de noviembre aquí ya es Navidad, cómo se entere El Faraón el próximo año nos decoran la city en octubre, para no ser menos), jo y vaya bajón. Me bajé del bus forzando un poco la sonrisa, dispuesta a enfrentarme a la lluvia que cae incesantemente desde ayer, abro el paraguas y... crac! Mi paraguas rosa, el automático, ese que molaba tanto, ese que Nello se negó a usar porque "Mae, entiéndeme, no es nada contra ti, pero un hombre no puede llevar un paraguas rosa", ese paraguas, hoy ha dicho basta. Y yo todavía tenía que ir hasta la academia y luego volver al pueblo este, y desde el bus hasta casa hay un paseo. Vamos, que cuando por fin entré por la puerta de mi cuarto estaba hecha una sopa y el pelo lo tenía como recién salida de la ducha.
Ahora viene el paso dos, que es comprar otro paraguas, porque aquí llueve de verdad, y me temo que no va a ser tarea fácil. Por lo pronto, quiero un paraguas igual que el anterior (ya sé que es imposible), así que buscaré uno que se parezca mucho... y a un precio razonable, porque he oído que Louis Vuitton tiene unos muy monos, que pesan 150 gramos y que también son automáticos, pero me da un poco de miedo preguntar el precio. Como tengo pensado acercarme a las Galerías Lafayette a ver los escaparates, porque dicen que es como Cortilandia pero a lo bestia, intentaré encontrar un paraguas allí.
Seguiremos informando bajo la lluvia. Bikiños, Mae!